Página Web dedicada a recuperar la memoria del pueblo de Santiponce a través de su fotografía.

MONOGRAFÍAS





Desentrañando la madeja

Desde que comenzamos con esta iniciativa y nos fueron llegando las primeras fotografías fuimos conscientes de que el tratar de sacar a la luz detalles y curiosidades que habían tenido lugar 40 o 50 años antes no era una tarea nada fácil ya que nos estábamos echando a la cara un enemigo bastante duro de pelar: el paso del tiempo. No hace falta decir que las dificultades que nos encontramos van siendo mayores cuanto más retrocedemos en el calendario ya que las fuentes información proporcionalmente van siendo cada vez más escasas y, al mismo tiempo, menos fiables. A todo esto hay que añadirle el inconveniente de que ninguno de los que llevamos a cabo este proyecto somos historiadores ni nada que se le parezca y no contamos con más medios que nuestra buena voluntad.

 

A pesar de todos estos inconvenientes, y siempre gracias a la colaboración los vecinos de nuestro pueblo, hemos ido identificando fotos que no estaban documentadas y de las que no se conocían ni las fechas ni los lugares en las que fueron tomadas, ni el nombre de las personas que aparecían en ellas.

También ha habido ocasiones en las que alguien nos ha aportado una fotografía y al disponernos a documentar dicha foto, estos datos han sacado a la luz una historia que hemos creído interesante rescatar pues hubiera sido una lástima que pereciera en el olvido. Estás fotos han sido como esos hilos que sobresalen de una madeja y, al tirar un poco de ellos, dicha madeja se empieza a deshacer ofreciéndonos una interesante historia sobre algún lugar, personaje o actividad que tenía lugar en nuestro pueblo. Hay veces que alguien te da el trabajo totalmente hecho como ocurrió con la historia del Ventorrillo. Otras veces tienes que preguntar y recabar información de aquí y allá como pasó con la historia de la Maltería o de la Plaza del Pueblo. De una u otra manera han ido surgiendo estos "monográficos" o "trabajos de documentación" sobre temas concretos que son los que iremos colocando en esta sección. Pensábamos que debido, tanto al número de detalles y datos que se aportan, como al esfuerzo que supone recabar dicha información, estos monográficos merecían tener una sección propia.

Insistimos en que estas madejas se va deshaciendo gracias a las personas que van aportando datos o fotografías, logrando al final reconstruir un pequeño trozo de la historia de Santiponce, a lo mejor no con mucho detalle pero con los suficientes para hacernos una idea de cómo se desarrollaba la vida en nuestro pueblo en una época determinada.

Os animamos a que nos remitáis monografías sobre lugares, industrias, agrupaciones, etc.. (mucho mejor si acompañáis fotografías) como siempre a nuestra dirección de correo electrónico: santiponceenlaretina@hotmail.com.


Haga click aquí para ver las (4) monografías existentes
Historia de la Maltería (1940-1980)

A continuación ofrecemos un resumen de la historia de la desaparecida fábrica de malta que existió en Santiponce durante 40 años y que dio trabajo a muchos de nuestros paisanos. Dicho resumen se lo debemos principalmente a Chary y Mª Dolores Jiménez Morgaz que nos han proporcionado, además de unas interesantes fotografías, infinidad de detalles sobre el desarrollo del trabajo y de la vida de la maltería en aquella época. Tampoco podemos dejar de mencionar a Miguel Ángel García Aguilar y a Toñi Delgado, (de Antonia Lina), ya que su contribución, con fotos e información, nos ha sido de gran ayuda para que la historia de la maltería no caiga en el olvido.


En 1940 comenzó a funcionar en Santiponce la fábrica de malta siendo ésta propiedad de la Cruz del Campo, S.A. como podemos comprobar en este anuncio que aparece en un libreto de feria de 1954.




Hasta el año 1961 la fábrica de la Cruz del Campo de Sevilla no tuvo maltería propia dentro de sus instalaciones. Por esta razón, durante 20 años, Santiponce fue el lugar donde, a partir de la cebada, se estuvo elaborando la malta que posteriormente era llevada a Sevilla para seguir con el proceso de elaboración de la cerveza.

Las distintas dependencias que tenía la Fábrica se instalaron aprovechando las antiguas naves y terrenos que existían anexos al Monasterio de San Isidoro del Campo. La superficie total de las instalaciones de la maltería tenía forma de U, es decir, ocupaban prácticamente toda la manzana exceptuando lo que hoy en día es Paz y Bien y las naves del Monasterio propiamente dicho.




La nave larga, cuya fachada lateral se extiende a lo largo de la calle Guzmán el Bueno (frente a las desaparecidas Casas de Curro Venta donde hoy se encuentra el pequeño parque infantil junto a la Avenida de Extremadura), era la zona destinada a la recepción, limpieza y primer tratamiento de la cebada. Existía una puerta en esta zona que conducía directamente a una báscula donde se pesaba la cebada. A la izquierda de dicha entrada se encontraba la nave y existía un pequeño muelle de carga y descarga. Al cargo de la puerta, en los años cincuenta, estaban tres personas: Chaves, Corona y Francisco Morgaz “el Chirla”.

Los silos y la zona de cocción de la cebada, sin embargo, estaban en el otro extremo, tras el monasterio. Para dicho fin, hay constancia de que fue sobre 1936 cuando se comenzó la construcción de la torre adosada a la antigua torre barroca del siglo XVIII, y se cerraron las galerías del gran claustro gótico para crear dicha zona de cocción que remataba con una chimenea.






El director de la fábrica de malta durante aquellos primeros años de la década de los 40 fue José Meyer Linz que era de nacionalidad alemana. En Santiponce se le conocía sencillamente por ese nombre: “el alemán”. Por extensión, su mujer, Cesárea, era conocida por “la alemana” aunque era en realidad era navarra. El hijo de ambos, Javier, se casó con una chica de la familia Pantoja.

Aunque José Meyer Linz era el director de la fábrica, el puesto de encargado general lo ostentaba Lesmes Jaureguibarría que, al igual que Meyer Linz, también vivía dentro de la Maltería junto a su esposa Martina y su hijo Enrique. Esta familia procedía del Norte de España, concretamente de Eibar.




Esta fábrica dio trabajo a mucha gente de Santiponce. Entre ellos, cada uno con sus distintas ocupaciones, estaban: Macegosa, Carmona, Felipe, Emilio Serón, Pescaíto, Nene, Plaza, Juan Guitaya, Gabriel el de Lina, Justo, Cabeza, Chaves hijo y Andrés Jiménez y muchos más. También había mujeres en la plantilla como era el caso de Hiniesta, encargada de coser los sacos para el grano.






A finales de los años 50 llegó de Sevilla un nuevo director de la maltería, José Luís Lang.

La Maltería era una gran familia, por esta razón, se hacía entrega el día de Reyes de juguetes a los hijos de los empleados.






En 1961 se inaugura en la fábrica de la Cruz del Campo de Sevilla una maltería para el abastecimiento propio de malta. A los trabajadores de la maltería de Santiponce se les dio la posibilidad de irse a trabajar a Sevilla o permanecer en el pueblo. José Luis Lang, el director, se trasladó a Sevilla y tras él muchos de los que trabajaron en la Maltería.




Mientras tanto, en 1962, la maltería de Santiponce era comprada por Cervezas Santander S.A. para la fabricación de cerveza SKOL. La función que se desempeñaría en estas instalaciones para la nueva empresa sería exactamente la misma que se había desarrollado para la Cruz del Campo: fabricar la malta que posteriormente se trasladaría a las fábricas que se encontraban en Cádiz o en Málaga.

José Luís Lang, que ya habíamos comentado que se había marchado de la maltería de Santiponce para irse a la fábrica de la Cruz del Campo de Sevilla, es contratado ahora por Cervezas Santander S.A. y después de estar dos años en Valladolid vuelve a la Maltería de Santiponce como encargado.




La maltería finalmente fue cerrada en Octubre de 1980.

En 1981, la Fundación Evangélica Reina-Valera compra a la empresa cervecera el conjunto de edificios que forman parte del Monasterio, jardines, huerta y terrenos colindantes y, a parte de destinar los edificios a usos específicos, se propusieron devolver a la torre y claustro su bella y primitiva fisionomía, pero al no hacerse efectivo el pago, el Ayuntamiento de Santiponce hace las gestiones para que sea la Junta de Andalucía la que se haga cargo del recinto, siendo esta la actual propietaria.

En el año 1989 es demolida la torre de hormigón anexa a la barroca así como la nave este del Claustro Gótico construidas, como comentamos anteriormente, en 1936 para la fábrica de malta.


Venta "La Alegría de Itálica" (Ventorrillo Canario)


José Manuel Urbano Álvarez, propietario del Ventorrillo Canario, ha querido colaborar con este proyecto aportando varias fotografías así como una detallada historia de uno de los lugares más emblemáticos de nuestro pueblo.

Leyendo su historia podemos ver cómo la tradición hostelera ha ido pasando de padres a hijos a través de seis generaciones. Un lugar con siglo y medio de historia que comenzó como casa de postas para evolucionar hasta llegar a ser un restaurante de reconocido prestigio.


HISTORIA DEL VENTORRILLO CANARIO

Para conocer el origen del Ventorrillo Canario nos tendríamos que remontar hasta 1820, año en el que llegó a Santiponce, desde Cádiz, el matrimonio formado por Josef María Álvarez Morano y Francisca González Chirino. Dicho matrimonio venía acompañado por los padres de Josef María (Nicolás Álvarez y María Dolores Morano) y, al menos, por un hijo: José María Álvarez González, quien vivió en el nº 6 de la Plaza Mayor de Santiponce y fue organista del Monasterio, sangrador y barbero (de esta manera se conocían a los dentistas de aquella época). Los restos de éste yacen en el patio de los muertos del Monasterio de San Isidoro del Campo. Éste tuvo 10 hijos y entre ellos se encontraba José María Álvarez Vega, quien fundó la Venta Itálica en 1864, un par de años después de que la Reina Isabel II visitara el yacimiento de Itálica.

La Venta Itálica en aquel tiempo era una casa de postas, es decir, refugio de animales de carga y descanso de arrieros y viajantes. Sin embargo no tenía posada ya que la proximidad de Sevilla permitía que la jornada de viaje terminara en la capital.

Era costumbre que alguien de la Venta vigilara el camino y cuando en el horizonte se divisaba una diligencia o unos arrieros, diera la voz de alarma.

Entonces rápidamente en la cocina se preparaban las viandas y el plato más característico que era el arroz con bacalao o con pollo, también había perdices, tortillas de espárragos, potaje, gazpachos, aceitunas y chorizos. En fin, comidas naturales hechas con productos del lugar ya que en aquellos tiempos no había congeladores ni tanta variedad de platos como ahora.

En 1867, tres años más tarde de fundar la venta, José María Álvarez Vega se casó con Dolores García Castillo con quien tuvo 9 hijos, entre ellos: Dolores Álvarez García, la mayor, (nacida el 24/3/1869) y Antonio José Álvarez García (nacido el 13/6/1877). (Nombramos solamente a estos dos por ser los que tienen relevancia en la continuidad de la historia).

En 1901, el fundador de la Venta, José María Álvarez Vega, fallece, dando lugar el reparto de la herencia entre sus hijos a la división de la Venta.

Dolores, heredó una parte de aquella primera Venta Itálica que ha evolucionado paralelamente al Ventorrillo hasta nuestros días y que todos conocemos como “Gran Venta Itálica” (Casa Venancio). Dolores se casó con Juan González Moreno y tuvo tres hijos: Venancio, Juan José y Antonia González Álvarez. Venancio fue quién heredaría más tarde esta parte dándole el sobrenombre a la Venta. Falleció en 1988, continuando su hijo, Juan González Ortíz, con el negocio familiar.

Por otro lado, a Antonio José Álvarez García le correspondió la parte que hoy conocemos como el Ventorrillo.



Centrándonos ahora en la historia del Ventorrillo diremos que Antonio José se casó con Josefa Castillo Olivares con quien tendría un único hijo en 1906, José María Álvarez Castillo (el niño de la venta). Un año más tarde del nacimiento de su hijo, en 1907, inauguraría la Venta denominada "La Alegría de Itálica".








Con el paso de los años, la venta pasaría a manos de José María, quién se casó con Rafaela García Muñoz y tuvo dos hijas, Josefa y Rafaela Álvarez García.















Josefa, la hija mayor de José María, continúa con la tradición al heredar el negocio familiar.

Como curiosidad comentaremos que en esta época los vecinos de nuestro pueblo tenían por costumbre, sobre todo en verano, pasear por todo el recorrido de la Avenida de Extremadura, que en esta época, como ya sabemos, tenía dos nombres según el tramo: c/General Sanjurjo, desde la Cantina al Pajartillo y c/Pedro Parias desde el Pajartillo a las Ventas. De esta manera, la Venta era el punto en el que terminaba dicho "paseo de verano" y había que dar la vuelta. No era un lugar demasiado alejado del casco antiguo del pueblo pero lo justo para que a las parejas de jóvenes les diera tiempo de "hablar de sus cosas" o de "pelar la pava" como también se le puede llamar.

Josefa se casó con José Urbano Montero, quien se hace cargo del negocio abriendo en el mismo recinto una discoteca (César) y un hostal a la misma vez que seguía funcionando la venta.



Junto a la venta había un edificio que era usado como pajar y que aparece en diferentes fotografías. En dicho lugar se guardaba el ganado que llevaban desde los pueblos de alrededor hacia el matadero de Sevilla. Muchos eran los vecinos de Santiponce que se acercaban a torear las reses más bravas.

En ese mismo pajar, en el año 1976, a José Urbano se le ocurrió montar una barbacoa, servir las carnes en tablas de madera, hacer una salsa con la ayuda de un huésped canario que se alojaba en el hostal (el Sr. Muñoz), y poner de guarnición las famosas "papas arrugás". Las singulares características del comedor, con sus chimeneas, techo de madera con tejas y ruedas de carro en las ventanas, unido a una cuidada calidad en todos los productos que se ofrecían a precios muy económicos, hizo que "La Alegría de Itálica" ganara una gran popularidad en muy poco tiempo en toda la provincia de Sevilla. Esto obligó a ir construyendo más salones adjuntos al primitivo pajar.






Con motivo de la Expo 92, se decidió mejorar todas las instalaciones, derribando los antiguos salones para construir un gran edificio que albergaría un hotel de 39 habitaciones y un restaurante con capacidad para mas de 600 personas.

José Urbano no pudo ver terminado su mayor proyecto, al fallecer en Octubre de 1.991, quedando a cargo del negocio sus hijos José Manuel y Rafael Urbano Álvarez, sexta generación dedicada a mantener el negocio y últimos descendientes directos de aquel Álvarez que fundara allá por 1864 una casa de postas. Estos serán los últimos poseedores del apellido Álvarez, ya que al tenerlo en segundo lugar, no pasará a sus descendientes.

El 22 de Diciembre de 2006 se vivió en estas instalaciones uno de los episodios más importantes de su centenaria historia. El número 20297 fue premiado con el gordo de Navidad. El Ventorrillo Canario había repartido 60 millones de Euros en premios, lo que hizo que fuera portada de todos los medios de información a nivel nacional. Este hecho incrementó a unos niveles insospechados la popularidad del establecimiento.




Historia de la Plaza del Pueblo (1ª y 2ª Parte)


A continuación, ofrecemos las dos primeras parte de la Historia de la Plaza de la Constitución, que hemos ido elaborando con la colaboración de varios vecinos. Gracias a la información y fotografías que éstos nos han ido aportado hemos logrado recomponer la evolución de nuestra plaza desde su origen (en la época romana) hasta el día de hoy.

También se explica cómo tuvo lugar la construcción de la Plaza así como su evolución en la época de la dictadura. Además nos detenemos en los distintos elementos arquitectónicos y decorativos que han existido en la plaza y que hoy en día han desaparecido. Se trata, por lo tanto, de un documento lleno de detalles y curiosidades que consideramos que puede ser de un gran interés para todos.

Debido a que es un documento bastante extenso hemos decidido fraccionarlo en varias partes que iremos colgando poco a poco.

1-INTRODUCCIÓN: La Plaza, centro neurálgico de Santiponce.


La Plaza de la Constitución ha sido, desde antaño, el centro neurálgico de nuestro pueblo. Esto se debe a varias razones: en primer lugar a que, durante muchos años, fue el centro geográfico de la localidad. Por otra parte, el ofrecer un espacio abierto y bastante amplio, ha hecho que dicho lugar haya sido el de primera elección para el desarrollo de las distintas actividades que han tenido lugar en Santiponce a lo largo de los años.

Con el paso del tiempo, nuestra localidad ha ido creciendo extendiéndose por otras zonas haciendo que la plaza pierda ese galardón de ser el centro geográfico, aunque no por ello ha decrecido su encanto. Es por esto por lo que se sigue recurriendo a ella cuando se necesita un escenario para un evento importante como ha sido, por ejemplo, el reciente acto que tuvo lugar con motivo de la Coronación Canónica de Nuestra Señora del Rosario.

2-ORIGEN DE LA PLAZA: El Forum de la Vetus Urbs de Itálica.


Para conocer el origen de nuestra querida plaza nos tendríamos que remontar a la época romana, es decir, a los tiempos en los que el General Publio Cornelio Escipión “el Africano” fundó la ciudad de Itálica, siendo ésta, en un principio, un Hospital Militar para los soldados heridos tras la victoria contra los cartaginenses en la batalla de Ilipa Magna (Alcalá del Río). Estamos hablando del año 206 a.C.

Los arqueólogos e historiadores distinguen en la ciudad de Itálica dos partes bien diferenciadas: por un lado está la Vetus Urbs (Ciudad Vieja) que corresponde a una primera Itálica de las épocas republicana e imperial que surgió de aquel primer asentamiento de Escipión (en el siglo III a.d.C).

Por otro lado, se distingue la Nova Urbs (Ciudad nueva) que no es más que una ampliación posterior de la ciudad que tuvo lugar en su período de mayor esplendor, es decir, durante los reinados de los césares Trajano y Adriano, que fueron muy generosos con su ciudad natal (Siglos I y II d.C).


Para que nos entendamos, la Nova Urbs, es la parte de la ciudad que constituye actualmente el Conjunto Arqueológico de Itálica, es decir, la que podemos contemplar cerca del Anfiteatro. Aunque es la parte más arrasada, es la más espectacular. De las dos zonas descritas es sobre la que durante décadas se ha volcado la mayor parte del interés, las políticas de promoción, los trabajos de campo y las publicaciones. Es más, cuando hablamos de Itálica a todo el mundo se le viene a la mente la Nova Urbs. Esto se debe a que desde la época romana no ha habido construcciones ni asentamientos sobre dicha zona.

Por otro lado, la Vetus Urbs construida 5 siglos antes, en la época republicana, posiblemente sea la que mejor se conserve y menos saqueos haya sufrido pero, al mismo tiempo, es la menos conocida ya que se encuentra soterrada y dormida bajo nuestro pueblo desde el siglo XVII. A causa de las graves inundaciones acaecidas en 1595 y 1603, los habitantes del caserío medieval de Santiponce, hasta entonces emplazado en la “Isla de Hierro”, se trasladaron desde la llanura a los pies del Guadalquivir hacia un lugar más alto y seguro, esto es, al sitio de la Vetus Urbs. Por esta razón se conoce muy poco de esta parte de la ciudad de Itálica, precisamente porque nuestro pueblo se construyó sobre ella.

A pesar de todo, muchos trabajos de investigación han permitido elaborar un plano que nos muestra con bastante detalle por donde circulaban las calles de esta Vetus Urbs y si lo superponemos al plano del casco antiguo de Santiponce podemos sacar muchas conclusiones.


En primer lugar vemos que la Vieja ciudad tenía, como todas las ciudades de la época romana, un amplio Forum (plaza) central que era atravesado por dos avenidas principales perpendiculares entre sí: el Decumanus Maximus (que cruzaba la ciudad de Este a Oeste) y el Cardus Maximus (que cruzaba la ciudad de Norte a Sur) que en nuestro caso era la carretera que unía Emerita-Agusta con Hispalis, es decir, Mérida con Sevilla.

Es muy posible que dicho foro fuera el centro del campamento de Escipión, el punto central desde el que se fue trazando toda la ciudad construyendo calles paralelas a estas dos avenidas principales que hemos descrito anteriormente y configurando, de esta manera, la ciudad de una manera muy ordenada.

Podemos ver como muchas calles del casco Antiguo como las calles Real, el clavel, San Antonio, Currito de Santiponce, San Geroncio, etc… guardan mucha similitud con aquel trazado romano del siglo II a.d.C.

Lo que está claro es que en el 1603 (fecha en la que los habitantes del antiguo caserío de Santiponce se trasladan) no existía una planificación urbana que distribuyera las casas de esa manera tan cuadriculada. Según informes de cronistas, en esa fecha en que llegaron los primeros pobladores a construir el nuevo Santiponce, las ruinas de la Vetus Urbs eran aún bien visibles y usaron esos antiguos trazados para edificar sus casas ya que encontraban cimientos firmes para las nuevas viviendas en los antiguos pilares romanos dejando libres las calles, que por un lado les permitía la reutilización de las cloacas antiguas, además de usarlos como caminos para el tráfico interno.

Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que la actual Plaza de la Constitución es una pequeña parte de aquel gran Forum romano que llegaba hasta la Avenida de Extremadura por el Oeste y hasta la c/ Las Musas por el Sur.

Por otro lado vemos como el Decumanus máximus (La arteria principal que cruzaba la Vieja Ciudad de Este a Oeste se corresponde con la c/ Real que está en perfectamente en línea con la c/ Manuel González Rodríguez.



3–LA CONSTRUCCIÓN DE LA PLAZA (1911-1914)

Una vez identificado el posible origen de nuestra Plaza nos hemos de trasladar a los primeros años del siglo XX, concretamente al período comprendido entre 1911 y 1914. Durante esos cuatro años, en los que Don Teodomiro Velázquez Moreno fue alcalde de Santiponce, tuvo lugar la construcción de la primera plaza pública de Santiponce. Las obras consistieron, en primer lugar, en hacer desaparecer la escombrera que existía en este lugar, delimitando posteriormente una superficie rectangular con un piso llano que salvara los distintos desniveles del terreno de la zona. La obra se completó con la plantación de unos árboles y la colocación de unos bancos de hierro. Para la realización de esta obra Teodomiro Velázquez tuvo que hacer un gran sacrificio económico llegando incluso a aportar dinero de su propio bolsillo. Posteriormente a su inauguración, hay constancia de que en la Plaza se colocó un rótulo en el que figuraba el nombre que se le dio: Plaza de Alfonso XIII (monarca que reinaba en aquella época) y donde se hacía referencia a la labor de Don Teodomiro y a la fecha en que tuvo lugar la construcción. Desgraciadamente no se conserva dicho rótulo, con el paso del tiempo, se perdería o se destruiría. No obstante, en Mayo de 2007 el Ayuntamiento colocó en la plaza unos carteles donde se explica toda la historia anteriormente mencionada.


4–LA PLAZA DURANTE LA DICTADURA

En fechas posteriores a la Guerra Civil las principales calles de la mayoría de ciudades y pueblos españoles sufrieron cambios en sus denominaciones pasando a tomar el nombre de Generales implicados en el Golpe de Estado del 36 así como de políticos y militares afines al régimen. Santiponce no iba a ser una excepción. Ponemos algunos ejemplos:


c/General Cabanellas

c/ Mesón

c/ General Fanjul

c/José Romero Velázquez

c/General Goded

c/ El Clavel

c/General Moscardó

c/ Siete Revueltas

c/Gral. Primo de Rivera

c/ Murillo (Actualmente Alcalde Cipriano Moreno Montero)

c/Pedro Parias

Avda. Extremadura (Tramo desde el Pajartillo hasta la Venta Venancio)

c/Millán Astray

c/ El Conde

c/General Sanjurjo

Avda. Extremadura. (Tramo desde la Cantina hasta el Pajartillo)


La Plaza, al igual que estas calles, también se vio afectada por estos cambios de denominación pasando a llamarse en esta época Plaza del General Franco.

Varias fotografías de esta época nos muestran cómo la Plaza era el lugar elegido por los vecinos de nuestro pueblo para la celebración de eventos importantes. Su amplio espacio permitía que se pudieran congregar un gran número de personas en los distintos actos y festejos que tenían lugar en Santiponce.






5-ELEMENTOS DE LA PLAZA.

En este apartado describiremos y veremos fotografías en las que se aprecian varios elementos, tanto arquitectónicos como ornamentales, que existieron en la Plaza y que hoy en día han desaparecido. Algunos se incluyeron en la construcción original que tuvo lugar, como hemos visto anteriormente, a principios del siglo XX. Otros, por el contrario, se añadieron con posterioridad a esa fecha. Unos estuvieron presentes durante unas cuantas décadas mientras que otros han sobrevivido cerca de un siglo. En cualquier caso, todos ellos han contribuido, en mayor o menor medida, a formar parte de ese lugar tan entrañable como ha sido la Plaza, escenario donde han tenido lugar innumerables vivencias de los vecinos de nuestro pueblo.


a) La fuente:

Existe un año importante en la historia de la plaza, 1948. En esta fecha, Don José Melero Benítez, alcalde de la localidad, añade al conjunto de la Plaza una preciosa fuente de ladrillos, pieza clave tanto desde el punto de vista estético como funcional ya que en esa época el agua aún no llegaba a las casas y los vecinos tenían que acudir a las distintas fuentes que había repartidas por el pueblo para abastecerse.




La planta de dicha fuente era una especie de cruz lobulada que se asemejaba a un trébol de cuatro hojas. En el centro se erigía una columna de la que salían cuatro grifos, uno por cada cara.




La fuente no se situaba exactamente en el centro de la plaza sino que estaba ligeramente desplazada hacia el sur de la misma. En estos tiempos no había ningún tipo de solería, el suelo de la plaza era completamente de tierra a excepción de una base cuadrada de cemento donde se asentaba la fuente. Dicha base estaba alineada con las escaleras que desembocaban en la calle Real.






La Plaza y, más concretamente la fuente, ha sido desde siempre el lugar preferido por los vecinos de nuestro pueblo para ser inmortalizados en una fotografía, especialmente durante la feria.












En una de las caras de la columna central de la fuente, (la que daba a la palmera) existía un azulejo de Nuestra Señora del Rosario donde se hacía referencia al año de construcción de la misma, es decir, 1948.










Aunque la feria de ganado de Santiponce desde siempre ha tenido lugar en el pradillo, las casetas de feria y las atracciones, en esta época, se colocaban en pleno casco antiguo, plaza de pardales, calle José Moreno Velázquez, calle Mesón y por su puesto en la plaza, donde durante varios años se instaló la caseta de la Peña Sevillista. En este lugar también se montaba el Carrusel de Carmelo y posteriormente la atracción de los coches de choque.








b) La escalera:

Para salvar el desnivel que existía entre el piso de la plaza y una de las calles laterales que la rodean, (concretamente la del lado este), existían unas escaleras que, como hemos dicho anteriormente, desembocaban en la c/Real. No está muy clara la fecha de construcción de las mismas pero existen muchos indicios de que pertenecen a la construcción original de la Plaza, es decir, a la que tuvo lugar en el período de 1911-1914 a manos de Don Teodomiro Velázquez.






Cada vez que ha habido en Santiponce alguna procesión (Semana Santa, Corpus Christi, Salida de la Virgen en Octubre) las escaleras siempre han sido elegidas (a modo de gradas) como uno de los mejores lugares para verla. Normalmente la mayoría de las procesiones que han tenido lugar en nuestro pueblo han incluido este punto en el que confluye la c/ Real con la Plaza en su itinerario.








c) Los bancos de hierro:

Rodeando todo el perímetro de la plaza nos encontrábamos con unos bancos de hierro forjado muy característicos.




Con respecto a la fecha en los que dichos bancos fueron colocados por primera vez nos ocurre lo mismo que con las escaleras, es decir, creemos que pertenecen a la construcción original de la plaza que tuvo lugar en los primeros años del siglo XX.

Dichos bancos han sido lugar de encuentro de los vecinos de nuestro pueblo.










Dichos bancos también eran los sitios elegidos por las parejas de enamorados para “pelar la pava”. Era esa época en la que no se decía: fulanito “sale” con menganita. La expresión utilizada era fulanito “le habla” o “se pasea” con menganita.




d) La Palmera:

Si existía un elemento característico de nuestra Plaza ese era, sin duda, la Palmera que se erigía en el extremo norte de la misma.




La presencia de una palmera no estuvo incluida en el proyecto original de Teodomiro Velázquez, su plantación fue posterior allá por los años 20. Al parecer, un vecino de la Plaza, Baldomero García Sevillano, propietario de la casa donde tuvo la sede el Casino Italicense (del que hablaremos más adelante), tenía dos palmeras plantadas en su patio. Baldomero decidió retirar ambas palmeras de su casa y trasplantarlas en la plaza, una en frente de la otra en cada extremo de la Plaza. De las dos que plantó solamente logró arraigar la del lado norte mientras que la del lado sur no sobrevivió al trasplante.

A pesar de los distintos cambios y remodelaciones que la plaza sufrió a lo largo de todo un siglo, la palmera permaneció inalterable con el paso de los años, contemplando desde su atalaya todo lo que ocurría en el casco antiguo de nuestro pueblo hasta que en el mes de Septiembre de 2012 se procedió a la tala de la misma. Esta decisión fue tomada como consecuencia de una enfermedad que el árbol sufría y que podía desembocar en la rotura del mismo con el peligro que este hecho podía conllevar.




e) El poste de la luz:

Aunque no se trata de un elemento arquitectónico ni decorativo de la plaza, hemos querido hacer mención en este apartado al poste de la luz que, como muchos recordarán, se encontraba en el extremo sur de la plaza, es decir, en el extremo opuesto al de la palmera.







El depósito del agua (La sanidad)



Cuando se pasa cerca de nuestro pueblo, se pueden observar varios elementos arquitectónicos que destacan sobre el resto del paisaje y que anuncian a cualquier viajero que están en las inmediaciones de Santiponce. Ninguno puede despistarse si ve la espadaña o la torre barroca del Monasterio de San Isidoro del Campo, aunque también puede llegar a la misma conclusión si se fija en otro elemento, quizás menos artístico, pero igualmente inconfundible en la silueta de nuestro pueblo. Se trata del antiguo depósito de agua que nos sale al paso por la derecha si nos dirigimos por la N-630 en dirección a Sevilla. Dicho depósito es popularmente conocido por los vecinos de Santiponce como “La Sanidad”. Lo cierto es que sería prácticamente imposible no fijarse en un depósito de 8 metros y medio de diámetro situado a 30 metros de altura.

Aunque actualmente está en desuso, jugó un papel muy importante en la historia de nuestro pueblo en una época en la que no existía un red de agua potable como la que existe hoy en día, en la que ésta llega a todas y cada una de las casas con tan sólo abrir una llave. En aquel tiempo, el agua se sacaba de pozos de particulares o se distribuía por las calles con la famosa “pipa de agua” que consistía en un bidón de madera que era llevado sobre un carro tirado por animales. Fue en esa época, en la que el acceso al líquido elemento no estaba exento de cierta dificultad, cuando se ideó la construcción de la primera red de agua potable en Santiponce.





El depósito fue mandado a construir en tiempos de Alfonso XIII, concretamente en 1926, siendo alcalde de Santiponce D. Francisco Durán Martínez, apodado “el Alcalde-raíles” por ser trabajador de la línea de ferrocarril que conducía a las Minas de Aznalcóllar y cuyas vías circulaban rodeando nuestro pueblo. Este depósito fue uno de los primeros que se construyeron en la provincia de Sevilla con la técnica del “Hormigón prefabricado”, es decir, se traían los bloques de hormigón (algunos con forma curvada), fabricados en otro lugar, para luego ser ensamblados dando lugar a la torre con el depósito en la parte superior. Al parecer, los encargados de la obra fueron unos ingenieros que provenían de Europa, posiblemente Alemanes.





En 1930, siendo alcalde D. Antonio del Castillo López y secretario José Artillo González, finalizaron las obras. En dicha fecha se pudo poner en marcha la primera conducción de agua potable en nuestro pueblo, jugando el depósito una parte crucial en dicho proyecto. El agua provenía de un pozo perteneciente a la finca “el Duraznillo” que era propiedad de José Romero Velázquez quien cedió desinteresadamente el agua. Posteriormente el agua era subida con un motor hacia el depósito el cual estaba, a su vez, conectado con una red de grifos distribuidos por el pueblo.

Al parecer, los créditos usados para sufragar esta importante obra de ingeniería fueron terminados de pagar durante la legislatura de José Fuentes, es decir, 50 años después de ser llevada a cabo.

Como decíamos anteriormente, la torre de la sanidad, además de haber sido un elemento imprescindible para la vida cotidiana de nuestro pueblo, ha sido todo un símbolo que siempre permanecerá grabado en nuestras retinas ya que no hay fotografía que haya sido hecha en esta zona cercana al Monasterio en la que no aparezca el depósito.




De depósito de agua a mirador


En el año 2002 el Ayuntamiento sopesó la idea de darle uso al antiguo depósito convirtiéndolo en un mirador que incluiría una cámara oscura, a modo de la “Torre de los perdigones” situada en la Macarena o de la Torre Tavira de Cádiz, que ampliaría la espléndida oferta turístico-cultural que ofrece este privilegiado enclave.

La cámara oscura es un instrumento óptico capaz de obtener la proyección plana de una imagen de manera que se obtiene una imagen viva y en movimiento de lo que ocurre en ese mismo instante en el exterior. Este instrumento consta de una pantalla blanca, un espejo y unas lentes de aumento. El espejo y las lentes están al final de un tubo situado encima de la pantalla a modo de periscopio. La luz entra a través de una ventana, incide sobre el espejo, y pasa por las lentes haciendo que la imagen se refleje en la pantalla. El resultado es como ver una fotografía en movimiento.

Además, la altura del depósito lo convertía en un edificio ideal para ser utilizado como mirador, ya que desde su punto más alto se podría contemplar Sevilla, la Vega del Guadalquivir, Itálica y el Monasterio de San Isidoro del Campo, además de todo el pueblo de Santiponce.





En el proyecto, la parte superior, que estaba dedicada al almacenamiento de agua y que tiene una superficie de 55 metros cuadrados, sería el lugar donde se ubicaría el mirador y la cámara oscura. A dicha estancia podrían acceder tandas determinadas de personas. A pesar de su anterior utilización y la gran carga que soportó, los técnicos consideraron necesario un refuerzo de la estructura.

Aunque el plato fuerte de esta iniciativa se encontraba, como hemos mencionado, en la parte superior, la idea era aprovechar la totalidad de la torre destinando la base a zona de venta de entradas, puntos de información y cafetería y dividir el gran cono interior en distintas plantas o niveles que podrían ser usadas como salas de exposiciones.

El depósito necesariamente tendría que ir revestido de una estructura que serviría tanto para reforzar la torre como para soportar la escalera de subida. Para el ascenso y descenso se proponían dos posibilidades, una directa mediante ascensor, que resolvería los problemas de accesibilidad de los minusválidos y otra peatonal que se concebía como un itinerario, a través de rampas y escaleras que se alternaban con pequeñas estancias desde las que se podía contemplar el paisaje.

También se había resuelto cómo serían las zonas exteriores y accesos a la torre peatonalizando tanto los alrededores del edificio como la zona de entrada al Monasterio y, por otra parte, construyendo, en un nivel inferior, un aparcamiento de autobuses conectado a una calle paralela a la N-630 y desde el que podía iniciarse un itinerario por las distintas zonas de interés turístico del pueblo.

Se trataba de un ambicioso proyecto que finalmente no pudo ser llevado a cabo por diversas razones. Quizás algún día se haga realidad.